Así como cuidamos nuestro cuerpo con baños y rutinas físicas, también necesitamos limpiar y sostener nuestra energía vital. La higiene energética es un acto de amor propio y protección: nos libera de cargas que no nos pertenecen, disuelve bloqueos, y restaura nuestro campo sutil.

Sahumar, usar plantas, piedras o rituales no es superstición: es una práctica ancestral para recuperar claridad, fuerza y presencia. Porque no todo lo que pesa se ve.